El pez Chivo o Mapalé |
Los bailarines simulan los rápidos movimientos contorsionales que hace el Mapalé ó Chivo, pez de mar adaptado al hábitat de agua dulce, al ser sacado en las redes y yacer en el fondo de las canoas o en la playa en la que es dejado por los pescadores.
Angélica Herrera Miranda, investigadora del folclor afrocolombiano, cree que la imitación de los movimientos del pez mapalé significan “las ganas de seguir viviendo” ante “los latigazos” que recibían los esclavos de la época colonial: “En el mapalé hay alegría, ganas de vivir, fiesta en el cuerpo y al mismo tiempo recuerdo del dolor que se vivió entre el pueblo de negros”
El conjunto de músicos que suele acompañar a los bailarines consta de tambor alegre, tambor llamador, wache o maracas (de origen indígena), tambora y caña de millo.
Las raíces africanas, tanto del ritmo como de la danza, son evidentes en esta versión, que se me ocurre bastante incontaminada, posiblemente muy similar a la que se ejecutara cientos de años atrás, entre las poblaciones de esclavos traídos del África.
Los tambores y el ritmo de la danza se acoplan perfectamente y van en un crescendo que culmina en un frenesí. Los cuadros están plenos de referencias eróticas y sexuales. Una auténtica belleza original.
Las raíces africanas, tanto del ritmo como de la danza, son evidentes en esta versión, que se me ocurre bastante incontaminada, posiblemente muy similar a la que se ejecutara cientos de años atrás, entre las poblaciones de esclavos traídos del África.
Los tambores y el ritmo de la danza se acoplan perfectamente y van en un crescendo que culmina en un frenesí. Los cuadros están plenos de referencias eróticas y sexuales. Una auténtica belleza original.
Una historia muy importante:
Monumento a Benkos Biohó |
San Basilio de Palenque o Palenque de San Basilio como se la denominaba en la época colonial, es una comunidad de esclavos fugitivos que lideró los procesos de lucha y resistencia más significativos contra la opresión esclavista de la época colonial en la costa caribeña de Colombia. Fue la llamada Rebelión de los Cimarrones ocurrida en el siglo XVII. Su líder fue Benkos Biohó, nacido en Guinea Bissau, capturado por comerciantes portugueses de esclavos y vendido como tal a un terrateniente español de la ciudad de Cartagena de Indias.
Benkos Biohó logró escapar (dos veces) de sus amos y se refugió en una zona pantanosa de las cercanías, es decir que se hizo cimarrón. Desde ese momento el lugar de su escondite se convirtió en su base de operaciones, por lo cual comenzó a ser conocido como kilombo (palabra de origen africano -quimbondú- que significa reunión de guerreros) o palenque, como se denominaban -inicialmente en Cuba- a los lugares o reductos dónde vivían los esclavos negros fugitivos y, por extensión, las poblaciones indígenas, en México y centroamérica. Hay muchos palenques por toda la geografía americana. En la Argentina y Uruguay, en cambio, el término se aplica a la vara de madera o poste en el que se atan los caballos aunque conserva parte del significado original de hogar, en la expresión gauchesca "Es bueno tener un palenque dónde ir a rascarse" que recoge José Hernández en el canto XV de su Martín Fierro.
Desde ese palenque, Benko organizó la resistencia contra la opresión colonial incorporando cada vez más cimarrones a sus filas y dotando a los fugitivos de una organización militar pero también social. Como los realistas no pudieron derrotarlo le ofrecieron, el 18 de julio de 1605, un tratado de paz en el que éstos se comprometían a reconocer la autonomía del palenque a cambio de que Benkos dejara de utilizar el título de rey y continuara la resistencia incorporando a sus filas más cimarrones.
Como era de esperar los españoles violaron el tratado por ellos mismos firmado. Lo capturaron aprovechando un descuido suyo en 1619. El 29 de marzo de 1621, lo ahorcaron y descuartizaron. La orden fue dada por el gobernador de apellido García Girón que se justificó diciendo que era un peligro el respeto que los esclavos tenían por Benkos Biohó y que se corría el riesgo de que arrastrara tras de sí "a todas las naciones de Guinea que había en la ciudad".
El actualmente llamado San Basilio de Palenque fue un símbolo de independencia para los esclavos fugitivos, convirtiéndose, por decreto del Rey de España del año 1713, en el primer Pueblo Libre de América. Allí se habla hasta hoy una lengua propia proveniente del portugués antiguo, incluyendo palabras de lenguas africanas y, por supuesto, del castellano. Los africanos capturados hablaban en diferentes lenguas y en el barco de traficantes, para poder comunicarse, aprendían la lengua de sus captores portugueses. Al fugarse, con un castellano mal aprendido, llegaban al palenque y se comunicaban en esa mezcla de portugués y lenguas africanas.
El Palenque de San Basilio fue declarado en 2005, por la Unesco, como Obra Cumbre del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad.
La actual ciudad o pueblo, se encuentra ubicada en las faldas de los Montes de María, a 50 km de la ciudad de Cartagena de Indias, sobre los mismos cerros de valor estratégico que eran usados en la época de la resistencia como puestos de vigías en una auténtica guerra de guerrillas contra la opresión. Tiene una población de aproximadamente 3.500 personas.
El relativo aislamiento en el que viven y el orgullo de su herencia les ha permitido mantener la mayoría de las tradiciones culturales africanas (música, prácticas médicas, organización social, ritos fúnebres, etc).
Benkos Biohó logró escapar (dos veces) de sus amos y se refugió en una zona pantanosa de las cercanías, es decir que se hizo cimarrón. Desde ese momento el lugar de su escondite se convirtió en su base de operaciones, por lo cual comenzó a ser conocido como kilombo (palabra de origen africano -quimbondú- que significa reunión de guerreros) o palenque, como se denominaban -inicialmente en Cuba- a los lugares o reductos dónde vivían los esclavos negros fugitivos y, por extensión, las poblaciones indígenas, en México y centroamérica. Hay muchos palenques por toda la geografía americana. En la Argentina y Uruguay, en cambio, el término se aplica a la vara de madera o poste en el que se atan los caballos aunque conserva parte del significado original de hogar, en la expresión gauchesca "Es bueno tener un palenque dónde ir a rascarse" que recoge José Hernández en el canto XV de su Martín Fierro.
Desde ese palenque, Benko organizó la resistencia contra la opresión colonial incorporando cada vez más cimarrones a sus filas y dotando a los fugitivos de una organización militar pero también social. Como los realistas no pudieron derrotarlo le ofrecieron, el 18 de julio de 1605, un tratado de paz en el que éstos se comprometían a reconocer la autonomía del palenque a cambio de que Benkos dejara de utilizar el título de rey y continuara la resistencia incorporando a sus filas más cimarrones.
Como era de esperar los españoles violaron el tratado por ellos mismos firmado. Lo capturaron aprovechando un descuido suyo en 1619. El 29 de marzo de 1621, lo ahorcaron y descuartizaron. La orden fue dada por el gobernador de apellido García Girón que se justificó diciendo que era un peligro el respeto que los esclavos tenían por Benkos Biohó y que se corría el riesgo de que arrastrara tras de sí "a todas las naciones de Guinea que había en la ciudad".
El actualmente llamado San Basilio de Palenque fue un símbolo de independencia para los esclavos fugitivos, convirtiéndose, por decreto del Rey de España del año 1713, en el primer Pueblo Libre de América. Allí se habla hasta hoy una lengua propia proveniente del portugués antiguo, incluyendo palabras de lenguas africanas y, por supuesto, del castellano. Los africanos capturados hablaban en diferentes lenguas y en el barco de traficantes, para poder comunicarse, aprendían la lengua de sus captores portugueses. Al fugarse, con un castellano mal aprendido, llegaban al palenque y se comunicaban en esa mezcla de portugués y lenguas africanas.
El Palenque de San Basilio fue declarado en 2005, por la Unesco, como Obra Cumbre del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad.
La actual ciudad o pueblo, se encuentra ubicada en las faldas de los Montes de María, a 50 km de la ciudad de Cartagena de Indias, sobre los mismos cerros de valor estratégico que eran usados en la época de la resistencia como puestos de vigías en una auténtica guerra de guerrillas contra la opresión. Tiene una población de aproximadamente 3.500 personas.
El relativo aislamiento en el que viven y el orgullo de su herencia les ha permitido mantener la mayoría de las tradiciones culturales africanas (música, prácticas médicas, organización social, ritos fúnebres, etc).
La contribución de los pueblos afroamericanos a las luchas por la independencia y la libertad de nuestros países ha sido invalorable, sin embargo, su presencia en los libros de historia con el que aprenden quiénes son y de dónde vienen nuestros hijos, continúa siendo ocultada o subvalorada. Es imperdonable y totalmente inconveniente.
Pueblos originarios, afrodescendientes, europeos e individuos procedentes de todas partes del mundo forman parte de nuestra herencia e integran de muchas maneras nuestras tradiciones. Aprendamos a ser nosotros mismos amando las diferencias en unión, respeto, igualdad y libertad.
Dice el maestro Eduardo Galeano al respecto de Palenque:
El infierno
Por Eduardo Galeano
En tiempos coloniales, Palenque fue el santuario de libertad que escondía, selva adentro, a los esclavos negros fugitivos de Cartagena de Indias y de las plantaciones de la costa colombiana.
Pasaron los años, los siglos. Palenque sobrevivió. Los palenqueros siguen creyendo que la tierra, su tierra, es un cuerpo, hecho de montes, selvas, aires, gentes, que por los árboles respira y llora por los arroyos. Y también siguen creyendo que en el paraíso reciben recompensa los que han disfrutado de la vida, y en el infierno reciben castigo los que han desobedecido la orden divina: en el infierno arden, condenados al fuego eterno, las mujeres frías y los hombres fríos, que han desobedecido las sagradas voces que mandan vivir gozando con alegría y pasión.
Dice el maestro Eduardo Galeano al respecto de Palenque:
El infierno
Por Eduardo Galeano
En tiempos coloniales, Palenque fue el santuario de libertad que escondía, selva adentro, a los esclavos negros fugitivos de Cartagena de Indias y de las plantaciones de la costa colombiana.
Pasaron los años, los siglos. Palenque sobrevivió. Los palenqueros siguen creyendo que la tierra, su tierra, es un cuerpo, hecho de montes, selvas, aires, gentes, que por los árboles respira y llora por los arroyos. Y también siguen creyendo que en el paraíso reciben recompensa los que han disfrutado de la vida, y en el infierno reciben castigo los que han desobedecido la orden divina: en el infierno arden, condenados al fuego eterno, las mujeres frías y los hombres fríos, que han desobedecido las sagradas voces que mandan vivir gozando con alegría y pasión.
Otros links de interés para ampliar, muy recomendados:
Una detallada investigación sobre Palenque de San Basilio que cubre todos los aspectos (en pdf)
bajoelagua