Carta abierta a los que creen que hay un futuro posible mejor que el presente
Hay dos mundos que se perfilan en el siglo XXI y no están separados por fronteras geográficas ni raciales ni de creencias. Porque el mundo, nos guste o no, se ha globalizado.
Está, por un lado, el mundo de los que se empeñan en que el siglo XXI sea en lo esencial como el XX, un mundo basado en la explotación del hombre y de la naturaleza, en la imposición de la voluntad de unos, las minorias, sobre los derechos de otros las mayorías. Un mundo basado en la ilusión de un crecimiento sin límites, en beneficio casi exclusivo de unos pocos individuos cuyo mundo, en todas las medidas en que puede un hombre construir su mundo, está alejadísimo del mundo en el que viven la mayoría de las personas. Y desde esa especie de "Xanadú" deciden sobre la riqueza y la pobreza, la salud y la enfermedad, la paz o la guerra de los millones que componemos la población del planeta y a eso lo llaman "las reglas del juego" y si te apartás de ellas te vigilan primero y si encuentran que sos realmente peligroso te castigan. Pero todo acomodado no a una ley escrita y común para todos sino al ritmo y al modo que le dictan sus intereses. Cuando esos modernos émulos de Charles Foster Kane hacen negocios muchos otros en alguna parte del mundo lo pierden todo. Es un mundo donde lo que impera es la división, el conflicto y la dominación.
Está, por otro lado, el mundo de los que quieren que el siglo XXI sea totalmente diferente del siglo XX, un mundo donde lo que reine sea la unidad en la diversidad, el respeto por la diferencia y la autodeterminación, el cuidado del medio ambiente y la inclusión de toda la sociedad en los beneficios del aumento del conocimiento y de las tecnologías. Las tecnologías actuales permiten que el conjunto de la humanidad de un enorme salto liberador y de creatividad si su aplicación deja de basarse exclusivamente en el beneficio económico empresario y son incorporadas a los derechos humanos elementales. A los derechos humanos básicos ya consagrados pero aún no totalmente satisfechos: Alimentación, Salud, Vivienda, Trabajo debe incorporarse el derecho fundamental a la información y a la comunicación libre y sin restricciones de los seres humanos.
Este mundo nuevo que está en el futuro y al cual llegaremos inexorablemente por el camino de la liberación de las conciencias, por el camino de la paz y de la democracia. Desarmando al monstruo destructor pieza por pieza y destruyendo los planos sobre los que fue construido. O lo haremos por el camino malo, el largo de la decadencia, de la destrucción, de las penurias y de la muerte. De nosotros depende.
Por eso hay que celebrar y acompañar cuando alguien, sea pueblo o gobernante, se aparta del rebaño y hace aquello que los que mandan indican que no debe hacerse: decidir en libertad y en democracia el futuro, sin tutelas, sin socios ni recetas que te llevan al desastre.
bajoelagua
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