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bajoelagua de Solaris

Los griegos tenían un dios,
Hades, que reinaba en el inframundo y era hijo de Cronos (Tiempo) y de Rea (Tierra). El inframundo era el lugar de los muertos, donde vagaban como sombras que podían ser convocadas por los vivos bajo la forma de recuerdos, emociones, presentimientos, extrañas evocaciones.

Homero, por ejemplo, presenta en la Ilíada a Aquiles abrazando el espectro, "una sombra sin cuerpo", de su amado Patroclo. En el mito de Orfeo y Eurídice, al perder Orfeo a su amada mordida por una serpiente, se dirige desconsolado al Hades y, gracias al encantamiento de su música, logra sortear a los vigilantes Cerbero y Caronte, una vez allí convence a
Perséfone la que le promete recuperarla con la condición de que salga del Hades sin mirar atrás. Orfeo comienza su viaje pero lo angustia escuchar los pasos de su amada cada vez más débiles. Se da vuelta y la pierde para siempre.

Esa misma sensación de pérdida me alcanza cuando, por un momento, me distraigo y se rompe el hechizo, el compromiso transitorio y fugaz que me une con una expresión artística, sea del tipo que sea, cine, música, literatura, plástica. El disfrute requiere dedicación. El arte tiene, para mí, la capacidad -que en Solaris, tiene su océano- de evocar las sombras evanescentes de nuestros recuerdos de cosas ya vividas (aunque algunas raras veces nos parezcan ajenas, como vividas por otro/a).


lunes, 6 de diciembre de 2010

Los Fantasmas del Abasto. Parte I. Introducción

El Mercado del Abasto en los ´50
El Abasto

El edificio, diseñado en hormigón armado por Luis Delpini –autor también de La Bombonera– incluía unos 540 puestos. Fue levantado en una manzana, sobre la calle Corrientes, dividida en doce sectores con dos calles internas. Había sido inaugurado en los años 30 y su función era proveer de frutas y hortalizas a la ciudad de Buenos Aires. Fue uno de los edificios más hermosos de la ciudad: su superficie era de 44.000 metros cuadrados y contaba con acceso para tren, dos escaleras mecánicas –que eran el asombro de esa época–, playas subterráneas de maniobras y estacionamiento. El Abasto adquirió tal popularidad que, en 1955, Lucas Demare filmó con Tita Merello y Pepe Arias la película Mercado de abasto, donde un rufián y un comerciante se disputaban el amor de una jovencita que atendía un puesto en el mercado.
Con su diseño inspirado en el edificio Les Halles de París, el Mercado del Abasto dejó de funcionar con sus puestos de frutas y verduras en 1984. Durante la década siguiente conoció el abandono y el deterioro.
Carlos Gardel vivió parte de su niñez en una pieza de una casa de Jean Jaures al 700. Ya de grande, solía ir a comer a la legendaria cantina Chanta Cuatro, en el actual cruce de Carlos Gardel y Anchorena. Cuando ya era famoso, con un crédito del Banco Nación, le compró una casa a su madre en el 735 de la misma cuadra convertida hoy en el Museo Casa Carlos Gardel.

Otros habitué del barrio eran Aníbal Troilo, que vivía en Cabrera 3174 y el maestro Osvaldo Pugliese, que también se mudó por ahí.

Mucho más acá en el tiempo, Luca Prodan, líder de la banda Sumo, vivió en el edificio de Agüero 492 y solía recordar con melancolía el cierre del mercado. Estos sentimientos profundos se expresan en la hermosa y conocida canción mañanas en el abasto.


A tono con la ideología dominante en los ´90 y cuando la década acababa el viejo y deteriorado mercado es "reciclado" para instalar, en 1999, un Shopping.
Todavía subsiste una cierta controversia sobre si estas obras preservaron o no la "pureza", la "esencia", del Mercado de Abasto y sus inmediaciones. Los responsables de su reciclaje -la empresa IRSA- se jactaron de recuperar el "Barrio de Gardel", inventando un barrio inexistente, el "Barrio del Abasto" y enfatizando que el "progreso constituía el mejor camino para conservar el pasado". En el evento de inauguración del Shopping, el presidente de IRSA, Eduardo Elsztain, dijo: "para nosotros lo más importante es que se construyó sin destruir la historia"
Entre las muchas objeciones a este punto de vista están las del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos) -órgano consultivo de la UNESCO en patrimonio cultural mundial- que lo describe como un "reciclaje abusivo" (La Nación, 1/2/2001) y la del director ejecutivo de Fundación Antorchas quién también objetó que el interior del Abasto no haya sido respetado (La Nación, 5/2/2001).

¿Por qué algunos "fantasmas" parecen ser más poderosos que las propias personas con todo su aparente poder material? ¿Por qué en algunas ocasiones el llamado patrimonio intangible (cultural y social) cobra más fuerza que el tangible (edificios y monumentos)? ¿En qué consiste esta autonomía relativa de los fenómenos simbólicos?
Se puede encontrar una posible respuesta a estas preguntas en el concepto de arquetipo de Carl Gustav Jung (Suiza, 1875 - 1961). Según esta interpretación, los aquí denominados "fantasmas", que formarían parte integrante del inconciente colectivo, estarían  presentes en el inconciente del individuo en un estado subliminal o situados más allá del recuerdo pero con la posibilidad de emerger a la conciencia en cualquier momento.

En una serie de posts de incierto número, trataré de trasladar mis vivencias y reflexiones en torno al Abasto visto en esencia como una idea arquetípica, mítica, de una ciudad ya inexistente pero muy presente -como fantasma o reflejo en el agua- en el inconsciente de muchos porteños. (Continuará)

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